Lo dicen en todos lados. El INDEC miente, el gobierno nos toma el pelo, Moreno nos extorsiona. Lo dicen licenciados, tacheros, doctores, amas de casa, periodistas especializados, MIrtha Legrand, el sodero, ex ministros de economía, la mismísima profesora Bevacqua. Todos indefectiblemente utilizan la fórmula aprendida en los estrados de Harvard que enuncia: “Vos viste como subió todo?, fuiste al súper últimamente?”
Para todos aquellos que entiendan como verdad irrefutable lo que los medios de des-información nos enuncian, va esta sencilla apostilla.
En una nota de Pagina 12 del 01/08/09, Alfredo Zaiat cita, hablando de otro tema, una consultora refuta la intangibilidad de todos los argumentos expuestos anteriormente y nos demuestra, casi sin querer, que poco sabemos de estadística todos aquellos más o menos leídos en otros menesteres de la cultura, pero que poco tenemos que ver con los tecnicismos específicos de esta materia. Dice Zaiat en un párrafo de su nota: “En un reciente informe del Estudio Bein & Asoc. se destaca que para eliminar los subsidios al transporte urbano de pasajeros, calculado en 4884 millones de pesos en el primer semestre de este año (83,8 por ciento más que el destinado en el mismo período de 2008), las tarifas deberían aumentar 116 por ciento en el caso de los colectivos y 419 por ciento en los ferrocarriles y subtes. Los economistas de esa consultora estiman que de ese modo el boleto promedio de colectivo debería costar 3,05 pesos, el de subte, 5,71, y el de tren, 6,18 pesos. Hoy, el valor promedio de esos medios de transporte se ubica en 1,41, 1,10 y 1,19 peso, respectivamente. La conclusión de Bein es que “más allá de la no viabilidad política de semejante aumento, el impacto en el IPC de sincerar plenamente estas tarifas alcanza a sólo 4 puntos porcentuales”, para agregar con destinatario misterioso que “vale la pena remarcarlo porque no parece intuitivo”.”
Ahora bien, esto no lo escribe ni Norberto Itzcovich, ni Ana María Edwin, ni nadie vinculado con el mal encaramado en los subsuelos del INDEC, esto lo escribe un estudio privado de consulta cotidiana en varios medios y como dijera anteriormente, no es el centro de la nota, pero nos muestra cómo un ítem tan sensible a la cotidianeidad de todos nosotros, tan propicio para exclamar ¡!qué barbaridad!¡, tiene una incidencia ínfima respecto de la sensación e indignación que nos produce.
Quedó claro?
Buenas tardes
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