Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Mario Benedetti.
Buena idea, recordar este poema. Me gusta la idea de “defender la alegría” de “la alegría”. Digo: todavía hay que remar un rato largo, ¿no? Pero, vamos por el buen camino, me parece. Cristina baila bien. Saludos.
ResponderEliminarYo distingo los ritmos innatos de los aprendidos y aprehendidos. Cristina se nota que tiene ritmo natural, que es el ritmo de la realidad, y en eso estamos, tratando de seguirle el ritmo.
ResponderEliminarCristina marca el ritmo, compañeros.
ResponderEliminarY nosotros estamos en el mismo baile: la felicidad del pueblo.
besos Dany!