"¿Cuál es el país real? Puede ser que todos, con la diferencia señalada hace pocas líneas. Unos hacen; bien, mal, regular. Los otros impiden y comentan", se preguntaba en su nota editorial Eduardo Aliberti. Y esto se puede asimilar a toda la realidad, pero yo me quiero quedar con un tema que me inquieta, el CENSO 2010 de población, hogares y viviendas.
Resulta bochornoso, impúdico, miserable, ver el entramado mediático que, apelando a uno de los sentimientos más viscerales del ser humano, el miedo, intenta obstaculizar un mandato constitucional a como de lugar. Como la oposición, con su jefe político al la cabeza, Magneto, no puede siquiera aprobar una ley, pese a la tan mentada mayoría parlamentaria que lograron amuchandose en el "grupo A", los números no les da, y ya no saben que inventar, apelan a eso.
Como el tema del 82 %, de las retenciones 0, o de la instrucción militar para
indigentes, no les importa las consecuencias, solo un supuesto rédito político en forzar el veto presidencial.
Lanata reniega de su pasado, zurditos de revolución permanente y reforma agraria, se abrazan con lo más mentado del conservadurismo terrateniente, viejos cineastas de compromiso con los ideales, reniegan de los mismos, periodistas independientes otrora inflamados defensores de DDHH, leen sin que les mueva un pelo titulares inventados para la ocasión agregandole el mote K en forma despectiva, sin darse cuenta que esa misma apresiación les quita credibilidad.
Todo en la oposición va directo al fracaso, cual ratas ensoñadas por la flauta de un Hamelin-Magneto, van directo al precipicio.
Esto me hace acordar a otra fábula, la de un escorpión que le pidió a una rana que lo ayudara a cruzar el río, llevándolo en su lomo. La rana, desconfiada, se negó a hacerlo y afirmó que si accedía, seguramente el escorpión la picaría, hiriéndola de muerte. El escorpión retrucó, argumentando que si lo hacía, morirían los dos, pues él se ahogaría en medio del río. La rana lo entendió razonable y aceptó. Si el escorpión la picaba, significaría su propia muerte. Fue muy dura la sorpresa cuando la pobre rana, en medio del río, sintió el fuego del aguijón perforando su piel, y exclamó: "¿Por qué lo hiciste? Ahora moriremos los dos". El escorpión, mientras se hundía contestó: "Lo siento, está en mi naturaleza".
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