Plagas eran las de antes
Pasadas las primeras horas del año, y pasados los efluvios de las generosas copas de vino (Falgos de por medio), que hemos ingerido, queda pendiente el balance que a fines del año que pasó no quise hacer.
Es que el año que se fue, tiene el raro privilegio de ser uno de los pocos en que las profesías se cumplieron.
Nuestros pitonisos locales pueden florearse por foros, congresos, coloquios o cuanto evento lo permita, y presentarse como imbatibles, como únicos poseedores de poderes venidos de, sabe uno donde.
Como todos sabemos el dolar teminó por las nubes, sin Redrado quedamos fuera del mundo de los negocios, tuvimos que importar carne, trigo, leche, y llaves mantecolStilson. Las reservas se estancaron (estos peronistas gastan mucho en choripanes), los homosexuales violan hijos adoptivos en el subte, y la familia argentina está a punto del colapso por esa legislacion propia de impíos y emisarios del averno que permite la unión entre pares.
LLegamos a Mayo en plena crispación y como no podía ser de otra manera, ese clima se vivió en las calles, opacando el festejo de la reinauguración del teatro Colón, solo para perjudicar al bueno de Mauri. La poca gente que desoyó los consejos bien intencionados de los comunicadores sociales, que no escatimaron esfuerzo en avisar que "ni se acerquen al centro" y si pueden "no pisen la Capital", fue desoída por los lúmpenes intelectuales que, llegados desde el conurbano bonaerense y vaya a saber que otros lugares, fueron emboscados por el caos.
Quedó claro que la mayoría automática del grupo A, pudo hacer pie en su búsqueda por hacer valer el "pedido de las urnas" y no solo sancionó la ley del 82 % para nuestros jubilados (luego vetada por la presidenta), sino que denunció el "escándalo" de sobornos, coimas y mentiras en el congreso.
Literalmente bofeteó la soberbia santacruceña y puso paños fríos sobre la discusión del presupuesto.
Y así finalizó un año, que solo los que saben, podían presagiarlo.
Hordas de inmigrantes latinoamericanos tomando plazas espontaneamente, caos en las calles porteñas, sin luz, sin disponibilidad de billetes de cien, de autos, de pasajes a la costa, ni LCD de 42 pulgadas.
Al igual que Egipto, hemos padecido las 10 plagas y así quedamos, campo rasado luego de la malaria.
¿Que podrán augurar nuestros Nostradamus de pacotilla para este año? ¿Repetirán la fórmula del desasosiego y la mala leche?
Debo reconocer, que como buen necio que soy, tiendo a descreer de todo lo que me dicen los agoreros del infortunio, los quiromantes, los cardenales y todo aquel que se suba un púlpito que nadie le concedió, para hablar de cosas que nadie le preguntó.
La fórmula no falla. Ellos van por negro, apostemos lo que no tenemos a rojo, y así comprobarán la infalibilidad de sus predicciones.
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