Por Pablo Marchetti
World Trade Center, la tenés adentro
¿Existe Osama Bin Laden? ¿existió alguna vez? ¿realmente murió? ¿o está en una isla, rodeado de mujeres, junto a Alfredo Yabrán? Los enigmas sobre un hombre que, como sucede con todo gran artista, no se sabe si es verdad, mentira o una mezcla de todo.
¿Se acuerdan el repudio unánime que generaron en todo Occidente (desde los sectores más conservadores a los más progresistas) los intentos ya no de celebración, sino de apenas emitir una leve sonrisa por ver aquel magnífico espectáculo que el compositor alemán Karl Heinz Stockhausen calificó como “la obra de arte más perfecta”? ¿Se acuerdan los quilombos que le trajo al hasta entonces canónico e incuestionable Stockhausen aquel juicio sobre el atentado? ¿Se acuerdan que por decir eso al pobre de Karl Heinz automáticamente lo bajaron de la programación de todos los festivales de música contemporánea?
¿Se acuerdan que ustedes (sí, ustedes, porque sé que a muchos de ustedes les afloró el instinto antiimperialista y esbozaron al menos una sonrisita) tuvieron que guardar para los círculos más íntimos cualquier comentario sobre una posible simpatía hacia el atentado porque, como nunca, existió un “con eso no se jode” global, universal?
Después de todo aquello, ¿qué pensarán hoy aquellos que decían “qué barbaridad” al ver que en las calles estadounidenses “la gente” (sí, allá no existe eso de “el pueblo”) sale a celebrar con más entusiasmo que si hubieran ganado un Mundial? ¿Les parecerá normal que en el país más serio del Mundo, en la cuna de la libertad y la democracia, haya tantas personas que celebren que el ejército de ese país entre en una nación extranjera sin autorización y mate sin someter a juicio a un tipo, por más que ese tipo esté acusado de crímenes de lesa humanidad? ¿Y realmente en los Estados Unidos “la gente” creerá que al tipo lo mataron, cuando nadie vio el cadáver, ni una prueba de ADN y rápidamente el cuerpo fue arrojado al mar? ¿O sea que la clave del Imperio consiste en tener un pueblo que, además de facho, es imbécil?
No, disculpen. No quise ofender a nadie. Y mucho menos discriminar. Tengo un amigo norteamericano. Y tengo un amigo en la CIA. Y otro en el Pentágono. Y otro en Wall Street. Tengo muchos amigos garcas y no los discrimino. Pero hay cosas que no entiendo.
¿Realmente es muy conspiranoico pensar que ese cadáver que no sabemos si existe y que fue arrojado al mar no es el de Osama Bin Laden? Y siguiendo con esa línea de razonamiento, ¿es realmente conspiranoico pensar que lo de las Torres Gemelas fue un autoatentado, que las detonaciones vinieron desde adentro de los edificios, como explican en las películas Loose Change o Zeitgeist?
Lo bueno de la “muerte” de “Bin Laden” es que nos deja un grandísimo alivio. No por creer que ahora el mundo es un lugar más seguro, al resguardo del terrorista más peligroso de la Tierra. No, en ese sentido, las cosas están como siempre. Lo bueno de la “muerte” de “Bin Laden” es que ahora sí se puede dudar de todo, sin culpa. Y, sobre todo, lo bueno de la “muerte” de “Bin Laden” es tener la certeza de que ahora sí cada uno puede celebrar o ponerse contento con lo que se le cante el orto.
Por eso, casi diez años después, permítanme un desahogo: Tío Sam, chupala, seguí chupándola.
Tomado con gusto de www.diarioregistrado.com
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