Uno a uno, los más guapos de la cuadra, se fueron bajando de una pelea que anticipaban ganar por abandono, y hoy ni quieren subir al ring.
Todos tenían gestos adustos, daban malos, malos, pero bueh, el miedo no es zonzo.
Como en aquellas imágenes de película, en que se solicita que el voluntario de un paso al frente y el más distraido queda solo, porque el resto da un paso atrás, Ricardito quedó solo con su alma y con su cara de yo no fui. Con un apoyo Magnético resignado ante lo inevitable (nunca lo había tenido en cuenta más que como relleno), y con más dudas que convicciones, ni hablemos de ideología, se arropa con pilchas que al finado le quedaba mejor, entrena a paso forzado, balanceando su dieta para dar el peso, ya que de mosca a pesado hay 40 kilos de diferencia.
Del otro lado del ring, hay una silueta femenina que sonríe, pero vaya uno a saber porque, proyecta una sombra enorme. En realidad muchos de nosotros sabemos que significa esa sombra, los contendientes suben solos al ring, pero la tribuna es la que define el volumen de la sombra, la que le cubre las espaldas, y desde hace mucho, nuestra compañera candidata, tiene las espaldas cubiertas.
Hace unos minutos publiqué un comentario de similares características, jeje. Están afectados por la crisis "político-psicológica".
ResponderEliminarTe felicito por el blog. Un saludo.