Uno se acostumbra muy rápidamente a lo bueno y cotidiano.
Estamos siendo contemporáneos a uno de los momentos históricos más importantes de América. Somos protagonistas de primera mano de la historia que leerán nuestros bisnietos.
Los discursos de Cristina, -nuestra Presidenta- son piezas de oratoria de primerísimo nivel y si bien todos los escuchamos con atención y devoción (hablo por mí), muchas veces se pierde dimensión del acontecimiento que estamos presenciando y viviendo.
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