DEMASDEMASIADO PROGRE PARAm MACRI

“Así como la monarquía terminó con el feudalismo y la república terminó con la monarquía, la democracia popular terminará con la democracia liberal burguesa y sus distintas evoluciones democráticas de que hacen uso las plutocracias dominantes”
Juan Domingo Perón

"EL PERONISMO NO SE APRENDE NI SE PROCLAMA, SE COMPRENDE Y SE SIENTE"
EVITA


Combatiendo el capital (simbólico)

Leyendo twitts, porque en realidad los estaba relojeando en una noche en que me desperté sobresaltado, pensando que eran como las 6 y solo son la 1, Lucas Carrasco recomendó una nota de Ni a Palos del año del peludo y, como suelen suceder las cosas en internet, linkee otra nota que me pareció interesante el nombre "Combatiendo al Capital (simbólico)", del 5 de Mayo de 2010, en época de afiches anónimos con las caras de los empleados del mes de los multimedios, que no había leído y me pareció genial y digna de compartir.  Aquí se las posteo para que la disfruten como yo.


05 MAYO 2010
Combatiendo el capital (simbólico)
Ni a Palos



Las agresiones del grupo Clarín hacia un dispositivo heterogéneo dificultosamente articulado –apenas en el análisis comunicacional- en torno a cierta cercanía con las ideas que propaga el Gobierno Nacional, resultan inteligibles sino se comprenden las necesidades políticas de los grandes grupos empresariales del país.


La cúpula del capital que opera en el país se parece a la vieja “burguesía nacional” solamente en que necesita del estado/nación para preservar su tasa de ganancia y por eso prioriza una dimensión política como parte de una estrategia de negocios.



Así, el grupo Clarín, que controla diversas organizaciones empresarias (cogobierna la más importante, la Asociación Empresaria Argentina, y tiene fuertes injerencias en la Unión Industrial Argentina, a la vez que conduce a ADEPA y sostiene fuertes alianzas trasnacionales con la Sociedad Interamericana de Prensa), se plantea como norte la disputa con los sectores medios del país que escapan a su lógica de mercado cautivo.
 

Entiéndase como sectores medios al complejo universo simbólico que opera como referencia a la hora de la construcción de un sentido común que otorgue estatus social y sentido de pertenencia integradora. O sea, más allá de pisos y techos salariales y de relaciones de dependencia laboral.
 

Es esa necesidad política la que lo lleva a atacar sin piedad a los programas de Pensado Para Televisión (TVR, Duro de Domar, 678), a las publicaciones gráficas afines al gobierno nacional (este diario, entre otros) y a las radios dominadas por empresarios que les resultan ajenos a la vieja cofradía hegemónica, al igual que blogs que simpatizan con ideas progresistas, desmonopolizadoras, nacionales y populares.
 

En la volteada caen los medios públicos (depositarios, hoy, de concepciones negadas y corrientes invisibilizadas) y ahí radica el principal punto flojo de la argumentación: no importa, el abanico de conceptos desteñidos pretende agrupar en un conglomerado que sólo unifica viejas concepciones ideológicas articuladas con emergentes movilizadores, detrás de los mazazos discriminadores que estigmatizan a los sectores populares: el clientelismo, la ausencia de independencia e inteligencia, la compra de voluntades, el arlequín inconsciente que repite como marioneta lo que le dictan “desde el poder”.
 

La crítica al otro, aún el insulto, expresa como ninguna otra forma discursiva los valores que uno propaga. (Cuando tuve la novia más fiel del mundo entendí por qué nunca me criticó, porque “a vos te pagan” por coquetear con la vecina.)
 

La siquiera remota posibilidad de que una parte de los sectores medios se desprenda de la mesa ideológica servida para elaborar una visión alternativa que remonte viejas gestas pone los pelos de punta y propaga desde los medios comunicacionales esta escalera de insultos y descalificaciones que pretenden arrojar a esa parte no pasiva de los sectores medios hacia el pozo estigmatizado al que previamente se condenó a los sectores populares. La operación discursiva nada tiene que ver con la información tal cual se supone la comprenden las organizaciones empresarias que integra y controla Clarín, incluso queda afuera de los naturales bordes aceptados en sociedades sin empresas de comunicación hegemónicas: la crítica despiadada a otras empresas en el marco de la competencia capitalista.
 

En sociedades con democracia informativa (dando por sentado la precariedad y permutabilidad de ese estado de situación), las chicanas y descalificaciones ideológicas entre empresas de comunicación son moneda corriente, y subyacen debates que expresan corrientes de opinión tanto como la competencia capitalista que se da en cualquier esfera de una economía sana. Entiéndase por economía sana la desdramatización política que surge de la madurez de sus empresarios.
 

Acá, no. La imposibilidad de dialogar está dada de entrada por los supuestos dialogadores profesionales, que se cuidan siempre de seleccionar quién es potable para el diálogo y quién no: porque está pagado, porque está mandando, porque está crispado, porque anda asustando niñitos que hasta ayer nomás, eran imbatibles titanes contra los poderes del mundo en pos de inmensas transformaciones hacia un mundo perfecto. Hoy, con un afiche anónimo, se mean en la cama.

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