Como siempre que puedo, fui el pasado 24 de marzo a la Plaza de Mayo a «festejar» un nuevo aniversario del golpe genocida.
Y conscientemnte digo "festejar", no porque sea motivo de "fiesta" el golpe, sino porque es "fiesta" el encuentro popular. Cuando la gente / el pueblo se encuentra, festeja. Y eso se vio muy claramente en la marcha.
Señalo tres cositas que me llamaron la atención:
- La escasísima concurrencia en la columna del PC. A pesar que tenía en primera fila a Camila Vallejos, no juntaron demasiada gente (apenas unos pocos más que el Partido Humanista). Además, alguien debería contarle a Camila que el PC argentino es muy diferente al PC chileno. Y que la cercanía del PC con el Golpe también merecería del Partido una autocrítica como la que pretenden -con razón- de la Iglesia.
- La impresionante cantidad de jóvenes. Jóvenes que no habían nacido ni siquiera al volver la democracia. Me llenó de alegría y esperanza esa participación, y alienta mucho la convicción del "nunca más":
- El impresionante "malhumor" de muchos grupos de izquierda. Recuerdo con cariño al teólogo de la liberación Camilo Maccise, recientemente fallecido que decía que "las virtudes teologales no son tres, sino cuatro: fe, esperanza, caridad y sentido del humor". ¡Por Dios! muchos parecen creer que el malhumor es una virtud de la militancia y -además- parecen querer inculcársela al resto. ¡Qué diferencia con otras columnas -además, mucho más numerosas- donde reinaba la alegría (y vuelvo al tema de la fiesta). Obviamente nada hay para festejar que haya ocurrido el golpe, y todo el terror que vino a continuación gracias a la "incentivación" de los grupos económicos y la bendición de manos episcopales. Pero que el pueblo se junte para gritar "nunca más" y que festeje el encuentro es algo que se vio en la plaza.
Abrazo militante
Gracias Ricardo
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