MUJICA, LA COARTADA IDEAL
Es verdad, Mujica no podría caerle mal a nadie: un tipo con esa
filosofía de vida y a la vez con mucho intelecto, ¿cómo no quererlo?
Pero el asunto no es nomás que Mujica es un granjero loco, renegado y
filósofo que se las sabe todas, sino que es presidente de un país y
tiene que hacer política. Cuando eran las elecciones en Uruguay –yo soy
uruguayo- y me preguntaban si votaría a Mujica, yo contestaba que “lo
voto con los ojos cerrados, porque si los abro, no lo voto”. Y cada vez
estuve más seguro de esa contradicción.
Uruguayos, uruguayos en Argentina, es hora de tomar aire, y
quedarse así un rato antes de decir o pensar algo. Aunque algo habría
que decir. Lo primero es reconocer el hecho en su esencia: Mujica, el
presidente de Uruguay, ofendió feo a la presidenta de Argentina (“la
vieja es peor que el tuerto”). Varias cuestiones, ninguna descabellada,
hay en ese muy infeliz comentario: 1- ¿ofendió sólo a Cristina? 2-
¿expresa un sentimiento antiargentino? 3- ¿es contra todo el gobierno de
Cristina, por ende contra el peronismo o los peronistas? 4- ¿es una
opinión personal, o representa un sentir de buena parte de los
uruguayos?
Disculpe alguno si lo entusiasmé, pero ahora no me voy referir a
estas cuestiones, sino a lo siguiente: dejando de lado el desagrado
natural del oficialismo, la frase será, ya está siendo, festejada por
muchos argentinos. Usada. Yo digo que Mujica, desde hace tiempo, es la
coartada perfecta de las ideas conservadoras, y esto hasta dicho sin
juicio de valor, ya que hay gente conservadora horrible y otra que no. Hay
unos que lo elogian de buena fe, pero no dejan de ser conservadores
políticamente. Entiéndase, lo que aquí escribo no es un ataque a quienes
defienden a Mujica, sino es una opinión sobre lo que entiendo significa
esa simpatía. Demás está decir que el “mujiquismo” es coartada del
antikirchnerismo, es usado como eso. Y no por la izquierda anti K, sino
por la derecha, la centroderecha y todo lo que hay del muy ambiguo
progresismo hacia la derecha. O sea, al ser Pepe Mujica, es una coartada
progresista.
Hace pocos días, alguien subió al Facebook una de las tantas loas a
la austeridad, a la casi pobreza franciscana en que vive Mujica.
“Quiero un presidente así para mi país”, decía una foto de Unasur en la
que varios presidentes, entre ellos Cristina, le señalan riéndose a
Mujica sus zapatos, unos zapatos que sólo él podría ponerse para una
cumbre de ese tipo. Y de esas, hay muchas. Hay que leer: queremos ese
presidente = no queremos esta presidenta. ¿Cuál es la misión de un
presidente: usar zapatos rotos y ropa sin planchar (por mí todo bien con
eso), o hacer un sistema más vivible para todos y no para unos pocos?
¿Usar la misma heladera desde hace cincuenta años y fundamentar así una
inapelable filosofía contra el consumismo, o enfrentarse a ciertos
poderes para producir cambios necesarios en el rumbo de un país? ¿Cuál
es la misión del gobernante, ya no del vecino Pepe Mujica?
Y Mujica es una coartada perfecta del anticambio porque tiene un
pasado de lucha indudable. ¿Ven?, Mujica no divide al país, no genera
choques, no “crispa” a nadie, no usa joyas ni ropas de marca… No hace
lío. Mujica es presidente y es pobre. Uruguay está en paz. Esa es la
visión. ¿Y la gestión? Ah, eso no importa, porque encima los argentinos
van de turistas, y esos lugares siempre están bien.
Uruguay crece y brilla en toda la costa, pero Montevideo tiene una
pobreza que asusta y que la van reteniendo en algunos barrios. La
inclusión social, la desocupación, la justicia, los derechos de las
mayorías son temas muy pendientes. La democracia uruguaya sigue siendo
rehén de oscuros y elitistas intereses que están desde tiempos de la
dictadura. Como símbolo, vergonzante por cierto, es que la impunidad de
los crímenes de la represión (torturas, violaciones, fusilamientos,
robos y muchos etcéteras) está, aún hoy, intacta. En febrero último, la
Suprema Corte frenó las pocas causas judiciales que se habían abierto, y
todo siguió igual.
El elogio a Mujica en Argentina sirve incluso para darse un barniz
de encanto y simpatía con la lucha social, aunque nunca lo hayan
practicado y en algunos casos hasta sean lo opuesto a eso. Sirve en este
sentido: ¿ven?, ese luchador me gusta, fue guerrillero, estuvo preso, y
ahora gobierna para todos. Como diciendo: si la izquierda es así, yo
también podría ser de izquierda, ¡qué tanto! (Todo esto sumado a ese
aura de gente intachable y buenísima que gozamos los uruguayos, esa
“discriminación positiva”, y que a mí ya me rompe bastante las pelotas).
O sea, el elogio a Mujica siempre tiene segundas intenciones y es un
tiro por elevación al “cristinismo”.
Creo que Mujica es un hombre derrotado. Eso debería ser doloroso
–para mí lo es-. Y creo que si le hacemos caso, ya no sabe más cómo
decirlo. Lo dice en cada declaración sobre Botnia y las nuevas mineras,
sobre los capitales, sobre el paraíso fiscal que es Uruguay y la
imposibilidad –sí, así lo reconoce- de eliminarlo, sobre la impunidad,
sobre la desigualdad social, sobre los marginados, sobre la inseguridad y
cómo combatirla con operativos policiales en los barrios de más miseria
cuando en su vida anterior eso hubiera sido una herejía, sobre la
imposibilidad de revolución, acaso lo que fue su sueño más caro.
Es una cruel paradoja miserable de la política, de la vida: a
Mujica lo derrotaron ideológicamente y después fue presidente. El
sistema le ganó a Mujica. Se puede decir que le ganó a la izquierda
uruguaya, con su heroica historia que no merece este presente. En
Uruguay no hay participación política. Cuando terminó la dictadura, el
Frente Amplio no gobernaba, pero Montevideo parecía tomada por la
izquierda. Los comités de base del Frente Amplio eran el sustento y la
esperanza de la democracia incipiente. Miles de jóvenes y veteranos
vivían participando, opinando, militando. Hasta que llegó Tabaré Vázquez
y demostró que la izquierda uruguaya tenía una receta pero cocinaba
otra cosa. La dirigencia y las derrotas políticas (por más que ganara el
partido) mandaron a toda esa gente a sus casas. Y el sueño se acabó. La
rebeldía se apagó. La juventud se fue, como dice el tango.
Y Mujica cree que todo eso abona a la pacificación del país. Que
tampoco hay que sacudir el pasado. Incluso, como si fuera algo personal,
porque él sabe mejor que nadie ésto de aclarar cuentas con la historia.
Que esta ya no es época de enemigos. Y vuelve la coartada perfecta:
miren, ¡y este sí que fue guerrillero en serio, miren cómo él sí
perdona, y no como acá en Argentina! Mujica se transformó en
posibilista, y las posibilidades de que haya grandes cambios en Uruguay
son pocas, eso es hoy el Frente Amplio en el gobierno.
Las ideas de izquierda son y serán siempre ideas de cambio,
esperanzas de justicia social, de hacer un sistema para todos, de
hermandad entre los seres humanos y para eso debe desaparecer todo lo
que hace que una persona ejerza todo tipo de poder sobre otra, ni más ni
menos. Cueste lo que cueste. Y Pepe Mujica cree interiormente que en el
actual sistema uruguayo esas son batallas perdidas. Entonces, después
de tanto luchar, ¿para qué estás ahí, Pepe?
Atte., Gustavo Primucci
DNI 92.337.870
gracias Hugo
Excelente! Ya q es tan austero, que le pida a los bancos el origen de los depósitos y los haga públicos, Pepitito. O no, que haga lo que quiera, pero en ese caso que cierre la boca y se dedique a lavarle el ojete al perro de tres patas.
ResponderEliminarAbrazo Daniel
Cómo estás?
TE FELICITO,CUMPA !!!!IMPECABLE !!!!
Eliminarlento poero seguro, recuperandome
ResponderEliminarSr. Primucci: impecable lo suyo...
ResponderEliminarExcelente nota. Realmenrte excelente.
ResponderEliminarEl gobierno frenteamplista es un gobierno partido. A los resortes de la economía y las finanzas las siguen manejando la derecha encabezada por Danilo Astori (igual que conTabaré), tan neoliberales como blancos y colorados. Y a la caracterizacion no la invento yo, la hacían los mismos compañeros del partido de Mujica (MPP) cuando Astori ý su banda se incorpora al Encuentro Progresista. Astori pierde la interna con el Pepe, pero le coloniza el gobierno, reduciéndolo a eso que vemos, un personaje pintoresco más parecido al abuelo de Heidi que a un presidente.
ResponderEliminarY corto acá porque todavía me falta demostrar que no soy un robot. Saludos Daniel.
hola Dani, muy buena la lectura! sin dudas el mujiquismo es funcional a la contrarrevolución unitaria que intenta detener al hermanamiento y solidificación de la Grande Patria. mimado por los mismos medios que se "conmueven" (en realidad se consternan!)por la solidaridad popular frente a las inundaciones de la semana pasada, Mujica es percibido como un alcalde bueno, un municipalista que no se pelea con nadie, más que como un presidente al frente de un proyecto popular revulsivo que hunda el cuchillo en los temas espinosos, en el pasado reciente, en los intereses de las corporaciones, etc.
ResponderEliminarCreo que aca es cuando se nota y mucho que en Uruguay, habrá buenas intenciones progresistas y frdentistas, pero hay algo que no tienen (como identidad, como movimiento y como doctrina): el Peronismo.
abrazo grande (nunca respondes mis emails!!!)
Nacho